Yavi, la última posta

Fue un paso obligado en la ruta al Alto Perú y estuvo dominado por un marqués por más de un siglo. Pero hoy Yavi parece un pueblo fantasma: los hombres se van, o se mueren, y las mujeres siguen pastoreando a sus ovejas y sembrando, en un rincón jujeño donde lo que pervive es la fe.

A pocos kilómetros de La Quiaca, el pueblo de Yavi asiste, quizás, al último éxodo jujeño. Lo que otrora fuera asentamiento del único marquesado en la región, se ha convertido en un pueblo fantasma, donde los jóvenes huyen y los ancianos ya no pueden.
Yavi, la última posta
La combinación de un poco de historia, la fantasía sobre algunas excentricidades que habrán ocurrido en tiempos pasados, y sin dudas, la urgencia por llegar rápido al pueblo y comer unas ricas empanadas junto a un vinito de Cafayate, aceleraron la partida de quién escribe esta nota hasta Yavi, a unos 16 kilómetros de La Quiaca.

Al pedir referencias para llegar en el mercado quiaqueño −hoy mudado a un viejo galpón de ferrocarril−, contestan sin demasiada fe:  “Espere cerca de las vías, que quizás pase alguna camioneta que vaya para ahicito”. La espera fermenta, y en un rato alcanzamos el considerable número de cuatro personas aguardando un transporte público que no llegará. Casi por instinto, hacemos lo que en estos casos se recomienda: girar el pulgar en alto, buscando que alguien nos lleve.

En plena marcha, uno de los improvisados compañeros de viaje es un soldado del Ejército que conoce al dedillo la ruta provincial 5, que une los dos pueblos más septentrionales de la Argentina: “Acá si no hacés dedo, te podés quedar a vivir ahí esperando”. Para no generar falsas expectativas, hay que decir que el dedo hacia Yavi se paga unos 15 pesos per cápita, más allá de las comodidades y del vehículo, tarifa fija, como si fuera con la “Sube”.

Y así, a los coscorrones, Yavi comienza a mostrar su verdadera cara, que refleja también lo que sucede en casi todos los pueblos de la puna, con excepción de La Quiaca: en 1991 habitaban Yavi unas 1.448 personas; que bajaron a 1.310 en 2001 y a 1.048 según el censo de 2010. A cuatro años del último relevamiento, es un hecho que el pueblo se sigue vaciando, y de a poco sólo quedan voluntades longevas, niños de pecho, y un pueblo de adobe cada vez más silencioso.

Pastoras y campesinas

Alejada del pueblo, Rosalía Cruz no va sola. La siguen su hija, su nietito colgado aún de la teta y el perro de la familia. Doña Rosalía sale a diario a hacer aquello que aprendió cuando apenas era una guagua: pastorear animales. Para lograr su testimonio, es necesario acercarse con cautela, casi en puntitas, e ir amansando de a poco un diálogo siempre esquivo y desconfiado, que tendrá seguramente sus buenas razones.

Rosalía tiene unos 60 años, aunque el sol y el viento la han curtido y aparenta algunos más. Su hija tiene 30. El bebé algunos meses. “Soy de aquí de arribita nomás. Siempre las tengo que traer al pasto. Hay que aprovechar mientras hay, ahora no es muy bueno ni muy malo”. Cuando no hay pasturas suficientes, hay que salir a buscarlas más lejos, y convivir con el rebaño en otras tierras, fundamento de la actividad pastoril que domina desde siempre la economía regional.

Durante el siglo XX era común que los habitantes de Yavi se organizaran en grandes caravanas hacia los centros poblados de las tierras bajas, lo que hoy es la capital jujeña y los valles subtropicales,  para efectuar el intercambio de sus productos. Extinguida la economía del trueque, pastoras como Rosalía esperan los momentos en que sus ovejas engordan, y las ofrece en el mismo pueblo o a lo sumo en La Quiaca. Sus ovejas valen alrededor de 500 pesos para la carne, y la lana se cobra aparte. Rosalía Cruz tiene alrededor de 100 ovejas, y digamos que el número es considerable, aunque bastante menos de los 150 a 300 que históricamente tenían los campesinos de Yavi, según un estudio de la Universidad Nacional de Tucumán realizado por Raquel Gil Montero. Es que la actividad pastoril requiere también de una solvencia física que cuesta mantener en un núcleo familiar chico, y sobre todo, femenino. Como casi todos los habitantes de Yavi, la pastora planta además trigo, cebolla, maíz, habas y papas, y cuenta que en el mismo pueblo hay un molino a donde la gente lleva el trigo. Entre sus principales enemigos, la pastura no menciona ni la inseguridad ni la inflación, y a secas contesta “el zorro”. Rosalía aclara: “Los zorros atacan lo mismo de día que de noche, y si uno se descuida, te matan una oveja, por eso el perro siempre está para avisar”.

Fuente: Rumbos Digital
Yavi, la última posta Yavi, la última posta Reviewed by Cheiru News on miércoles, octubre 01, 2014 Rating: 5

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