Gabriel Alcoba (Gabo), el condimento en el mercado Central en Tarija

Tiempo feliz, tiempo de amor tiempo de chango y de soñador…”, resuena la popular canción de Toto Vaca en ritmo de reggae y se sobrepone al bullicio habitual en  la sección de comidas del mercado Central.

La interpretación está a cargo de Gabriel Alcoba Murillo, un joven proveniente de La Quiaca, la población que hace frontera con Bolivia por Villazón, hasta hace un poco menos de un siglo también se llamaba la Quiaca Boliviana, según cuenta Gabriel a quien le pedimos nos cuente su experiencia como músico. “Un día que viene a tomar té me encontraba pensando qué hacer para mejorar los ingresos, pensaba en un lugar más transitado y miré  donde estaba y me dije, aquí, éste es el lugar y desde entonces vengo a tocar aquí”, dice.  De esto ha pasado un año y hoy sería extraño imaginar el almuerzo sin él.

Llegó a Tarija para estudiar Odontología y cursó la carrera de la cual egresó pero aún no la ha concluido. En su época de estudiante ya se inició en la música como estilo y forma de vida, por lo que conformó con unos amigos el grupo Llokalla feo, con el que grabó tres discos y dos videos.

La música siempre ha sido parte de vida debido a que de un modo u otro en su familia la mayoría de los hombres se han dedicado a ésta. “Mi abuelo tuvo el primer cine de la Quiaca, cuando era cine mudo y entonces llegaban las películas con la partitura de la música para que se la toque mientras va la canción y mis tíos no sabían leer música así que ellos improvisaban canciones que más o menos se adecuen a la película que se pasaba en ese momento”, cuenta Gabriel.

En su memoria están los relatos de la banda de jazz de su abuelo y los discos de sus hermanos, quienes escuchaban música que en aquellos años se consideraba de protesta y por lo tanto estaba prohibida. “Recuerdo que mis hermanos ponían un colchón en la ventana y escuchaban esa música que entonces estaba prohibida, como la de Sui Generis y yo crecí escuchando esas canciones”, cuenta. Desde muy niño comenzó a cantar con estas influencias del rock argentino y la música ranchera, en especial los temas de Pedro Fernández.

La música lo ha inquietado siempre y es por ello que no renuncia a la posibilidad de ganarse la vida por medio de ella.

Actualmente el mercado Central es su principal puesto de trabajo. “Me va bien-comenta-, se ha creado una especie de simbiosis entre las vendedoras y yo y se ha creado como una especie de auspicio por parte de ellas”, agrega.

Él toca y canta dándole una dinámica diferente a la actividad gastronómica del mercado a la hora del almuerzo. Entre tema y tema, publicita con mensajes breves los lugares de comida y venta de otros productos; las vendedoras, en retribución, no olvidan aportar con sus moneditas diariamente.
La gente también es generosa y siempre obtiene buenas propinas que le dan lo necesario para el sustento diario. “Hay personas que están pasando y que se quedan a escuchar, en especial los niños se sientan y se quedan a cantar conmigo y eso es emocionante desde el punto de vista del músico”, afirma.

Cambio de escenario

Por las noches, el escenario es la plazuela Sucre, en la que hasta hace un tiempo se lo podía ver y escuchar tocando el piano; sin embargo cuenta que comenzaron una serie de acontecimientos que provocaron la desaparición de este instrumento.

Primero el piano fue robado de su casa en un descuido y pasó un tiempo hasta que pudieron encontrarlo en una inmobiliaria a la venta. “Pasó algo interesante ya que la división de delitos contra la propiedad se portó re bien y se movieron para encontrarlo y también personas que por el Facebook ayudaron a identificar el piano con las fotos que me habían sacado”, relata. Una vez recuperado el piano se quemó debido a una conexión fallida y nuevamente se vio sin el instrumento que es su herramienta de trabajo.

“Entonces colaboré con unos músicos de Buenos Aires que en una forma de pago me regalaron una guitarra que es la que actualmente estoy utilizando”, añade.

Aunque Gabriel nació en la Quiaca, en Argentina, tiene muchos familiares del lado boliviano por lo que también se considera boliviano. “En la Quiaca la cultura es similar, con Villazón nos separa una línea fronteriza pero ahí igual se escucha la música de aquí, la caja, el erque y la caña”, comenta Gabriel al referirse a la realidad de las fronteras entre Bolivia y Argentina que partieron la Quiaca en dos.

Las separa el río La Quiaca y las une un puente. Según Gabriel, con el paso del tiempo la línea divisoria se ha ido haciendo más profunda pero antes no había diferencia entre los habitantes de uno y otro lado y era como si fuera un solo poblado.

 La música debe ser una profesión y no un hobby

“Es difícil vivir del arte pero no imposible, todo depende cómo el músico encare su propia actividad musical. Hay algunos que son muy buenos músicos pero como no les da para vivir trabajan de otras cosas, por ejemplo en el banco y le dedican poco tiempo a la actividad musical, toman la música como hobby”, explica.

Varios son los factores que motivan que sea muy difícil conjugar la pasión por la música con el trabajo. Uno de ellos es por ejemplo que el municipio restringe las presentaciones que pueden ofrecer los locales como restaurantes dos veces al mes, además de cobrar un impuesto por esta actividad de modo que de alguna manera se cierran los espacios para que los artistas tarijeños puedan ganarse la vida sólo con esta actividad, explica Gabriel.

En otros países, reflexiona, se incentiva el arte incluso callejero porque está vinculado al turismo como atractivo de las diferentes ciudades y en Tarija podría hacerse lo mismo. “Ojalá que en el nuevo mercado pueda seguir tocando, ojalá pusieran un escenario”, dice Gabriel pensando en la nueva infraestructura en la que se instalará el mercado en cuanto se concluya la obra.

“Lokalla feo” es el nombre del grupo que organizó con unos amigos  a inicios del año 2000 con quienes grabó tres discos y filmó dos videos que hoy se pueden ver en Youtube. “En esos tiempos la cuestión era social, con el gobierno de Goni y sobre eso cantábamos, sobre los problemas de la sociedad”, detalla.

Hoy en opinión de Gabriel se debe encaminar la rebeldía de los jóvenes a los problemas sociales porque los éxitos del momento hablan de temas como la violencia, el sexo, en especial la cumbia y el reggaetón. “No me refiero a los ritmos que están bien sino a la letra, los mensajes que los jóvenes de hoy oyen en el micro, en el taxi y que repiten todo el tiempo, hacen ver el mundo de la manera que quieren, como los mensajes de Hitler y por eso lo que escuche y vea el joven, eso va a hacer”, explica.

La música de Gabriel es producto de composiciones propias y redición de temas de la música popular tarijeña. “Se busca darles a los jóvenes las canciones de Tarija pero con un ritmo más moderno para que las escuchen”, revela.

Actualmente Gabriel se encuentra realizando algunas actividades con el objetivo de grabar un tema para enviarlo al concurso Eduardo Abaroa, su objetivo es que la letra llame la atención sobre la demanda marítima.

 Más detalles sobre el músico de las calles

Mercado Central

El Mercado Central ha resultado un lugar muy apropiado para tocar su música ya que el movimiento de personas que hay en él al medio día le da un público numeroso y agradecido de poder escuchar algo de música en la pausa del almuerzo.

Discos caseros

Para los músicos en Bolivia es difícil acceder a la posibilidad de grabar en las grades disqueras porque la actividad musical no es rentable; sin embargo los avances y la democratización de la tecnología les permiten grabar sus discos en estudios caseros con muy buenos resultados.

Música e ingresos

En Tarija la gente suele ser generosa, en especial los jóvenes que escuchan y colaboran con los artistas de la calle. Como Gabriel son muchos los que llegan de tiempo en tiempo a probar suerte en Tarija y siempre se van agradecidos.

El País